miércoles, 19 de agosto de 2015

La ruta de Morelos, descrita por el propio Morelos. 7ª Parte

   Morelos deja Cuautla, se dirige a Tehuacán, pasando por las inmediaciones de las barrancas de Acutzingo, para luego llegar a Orizaba, con esto lo que vemos es que era un magnífico jinete, pues sea en esa zona en los límites de los actuales estados de Puebla y Veracruz que lo recorrido por la Tierra Caliente michoacana, y buena parte de la sierra guerrerense, solamente alguien que tuviera excelentes cualidades en el control del caballo lo podría hacer con la destreza que presumo tenía José María Morelos. Seguirá hacia Oaxaca, sitio en el que permanecerá por algún tiempo. A esta Ruta de Morelos se conoce como la segunda parte de la Segunda Campaña, aparece en color verde en el mapa.

 Y responde a la novena pregunta y dice:

   (Refiero igualmente todo lo que ocurrió en el ataque y toma de Oaxaca, que causas le obligaron a preferir esta expedición, no obstante la fuerza que allí había y la del ejército real que a las órdenes del brigadier Olazabal llegó a situarse en Tehuacán, que cantidades de dinero, armas y efectos encontró, y si obró de inteligencia con los habitantes de la misma ciudad nombrando los principales…) Dijo: Que habiendo dejado en Orizaba una corta guarnición al mando de Rocha, emprendió su marcha el día 31 para Tehuacán con 800 hombres y a las ocho leguas se encontró en las cumbres de Acutzingo con una división de tropas al mando de Águila, y en aquel paraje se emprendió mudamente una acción de la que resultó que el declarante perdió 4 o 5 cañones, como 40 hombres, y algunas armas, y por parte de las tropas hubo muy poca pérdida. Siguió su marcha para Tehuacán, donde entró al día siguiente con 500 hombres poco más o menos supuesta la pérdida referida, y la dispersión que tuvo el resto de su gente. En Tehuacán permaneció una semana, en la cual se le reunió Matamoros con 2.500 hombres de todas armas, que unidos a los 500 que el declarante introdujo, y 200 que estaban allí de antemano con Miguel Bravo, formaba un grueso de 5000 que consideró necesarios para la expedición de Oaxaca. Con estos, y 40 cañones de todos calibres con sus respectivas municiones, emprendió la marcha para aquella ciudad, sin que en las jornadas que hizo hasta el día 25 de mismo noviembre (1812) hubiera tenido el menor encuentro, a excepción de unas cortas escaramuzas con las avanzadas de Oaxaca. Se acercó a esta ciudad el día 24, cuya noche pasó en una hacienda (llamada Viguería) distante tres leguas, desde la cual puso un correo intimando al comandante de las armas de ella la rendición en el término de tres horas. 

 Marchó desde la hacienda la mañana del 25 de noviembre para acercarse a saber la resolución de la plaza; y no habiendo recibido respuesta, pasadas dos horas más del término que le prefijó, rompió sus fuegos a las once de la misma mañana, y dispuso el ataque, dividiendo en seis trozos su gente con el objeto de que dos cortasen la retirada: Uno que atacase el fortín de la Soledad: otro, que entrase por calle real: otro, que quedó custodiando los pertrechos y retaguardia, y el último de reserva a las órdenes del que declara. En este estado tomaron su dirección los comandantes de los referidos trozos; y habiendo tomado D. Ramón Sesma el fortín que fue el punto que le dedicó, avanzaron los demás sobre la ciudad, y el grueso de Matamoros y Galeana que iban por el camino á tomar la calle del Marquesado, apoderaron de la ciudad después de solo dos horas de fuego; en tales términos que a las dos de la tarde ya el declarante estaba en la plaza mayor, y a las tres comiendo en la casa de un europeo llamado D. Simón Gutiérrez de Villegas. A corto rato le presentaron al declarante hecho prisionero al comandante Regules, y a los dos o tres días hicieron lo mismo con el teniente general Sarabia, Bonavia y Aristi, con la circunstancia de que el Sr. Sarabia estuvo oculto estos días en la ciudad, y en el que le cogieron fue por haber salido oculto disfrazado con una sábana

 También les sucedió lo mismo en esos propios días a unos 200 y más europeos, unos sanos, y otros heridos, a estos los mandó al hospital; y a los otros con los 4 prisioneros referidos, los puso en la cárcel con sus guardias necesarias. Se interesaron por la vida de todos los europeos el canónigo Moreno su maestro, algunos otros individuos de aquel clero y las familias de aquellos que las tenía por estos respetos les concedió aquella gracia a los 200 y mas que ya ha dicho, confinados para Zacatula, a unos 30 que le pareció que le podrían dañar en lo sucesivo, y a los demás los dejó en la propia ciudad bajo las respectivas fianzas, porque unos eran viejos; porque otros creyó que no le harían perjuicio sin mando; y porque con la muerte de todos no iba a conseguir ninguna ventaja; no sucedió así con el Sr. Sarabia, Regules, Bonavia y Aristi: con un muchacho guatemalteco criado de dicho Sr. Sarabia; porque a pesar de los empeños de su maestro, y de algunos de aquel Clero, y de los ruegos y súplicas de las familias, principalmente de la del Sr. Bonavia, los mandó fusilar en dos parajes de la propia Oaxaca, previo el tiempo necesario para disponerse en la capilla que les concedió. También hizo como 300 americanos prisioneros, de los cuales se agregaron a sus armas los que consideró útiles, toda la artillería que había en la Ciudad que fueron como 60 cañones con 100 fusiles poco más o menos que quedaron en su poder, sin agregar otra igual cantidad de esta arma que cogieron por todas aquellas inmediaciones basta Tehuantepec las partidas que destacó para atacar los puntos fortificados por las tronas del rey

 Desde Chilapa escribió el declarante a su maestro el canónigo D. Jacinto Moreno uno de los días del mes de septiembre de 1811, comunicándole las ideas que tenía de acercarse con su gente a aquella ciudad y aunque este le contestó, que le tenía lástima por verlo metido en el partido de la rebelión, nada le dijo sobre que se acercase o no; esta contestación la recibió el declarante en Tlapa en noviembre del mismo año; y aunque desde allí propio le repitió otra carta al expresado su maestro, no le volvió a contestar este. Sin otro antecedente y no más que por las noticias que iba adquiriendo en las marchas que hizo desde Tehuacán para Oaxaca, emprendió  esta marcha, sin que para ello hubiese tenido de ningún otro individuo la más mínima contestación e inteligencia con el que declara.

   Y responde a la décima pregunta que dice.... ¿Si precedió capitulación para la toma de Oaxaca, cuál fue, si la cumplió, y si a pesar de ella mandó fusilar a los Sres. Sarabia, Bonavia, Regules, y otros de las tropas del rey expresando su número.... Dijo: Que con lo que ha expuesto en la anterior satisface los particulares que comprende esta; asegurando nuevamente que no hubo capitulación, y sí solo la intimación referida. (1)


Fuente:

1.- Historia militar del General Don José María Morelos, sacada en lo conducente a ella de sus declaraciones recibidas de orden del virrey de México cuando estuvo arrestado en la ciudadela de esta Capital. Suplemento al Cuadro Histórico de la Revolución Mexicana, ó sea la historia militar del general D. José María Morelos, sacada literalmente en lo conducente, de la causa que le formó la capitanía general de México. Impreso en la Oficina del Águila. México, 1825. pp.20-23

1 comentario: