jueves, 12 de abril de 2012

La proclamación de Fernando VII en Guanajuato.

Fernando VII fue el primer Rey que toma el poder en España en el siglo XIX, sucede a su padre que, luego de un enfrentamiento decide abdicar, se dice que Carlos IV era débil de carácter y, al año siguiente de haber subido al trono, 1788, estalla la Revolución Francesa; él, temeroso, deja el poder en manos de su esposa, Ana Luisa de Borbón y Parma quién a su vez se deja guiar por su primer ministro, Manuel Godoy. España tenía ya la presencia francesa en su territorio y el Rey, Carlos IV había hecho ciertos tratos con los franceses para evitar la guerra y él su prisión, fue entonces que su hijo, Fernando VII, rechaza ese ofrecimiento hecho por su padre y él, Carlos IV decide abdicar a favor de su hijo. "Napoleón, receloso ante el cambio de monarca, convocó a la familia real española a un encuentro en la localidad francesa de Bayona. Fernando VII, bajo la presión del Emperador y de sus padres, devolvió la Corona a Carlos IV el día 6 de mayo, sin saber que el día antes Carlos IV había pactado la cesión de sus derechos a la corona en favor de Napoleón, quien finalmente designó como nuevo rey de España a su hermano José".


Pero a la Nueva España había llegado solo la noticia de la abdicación a favor de Fernando VII, el Virrey en turno se hizo cargo de notificar a las ciudades importantes del virreino, entre ellas Guanajuato, de la nueva entronización.

1 de agosto de 1808.-
El virrey Iturrigaray ordena al Intendente de Guanajuato que se solemnize en esta capital la exaltación de Fernando VII al trono de España al cual debe ascender por la abdicación de Carlos IV.

4 de agosto de 1808.-
El mismo virrey comunica al Ayuntamiento la gravísima noticia de haber renunciado su trono los Reyes de España a favor de Napoleón Bonaparte.

9 de agosto de 1801.-
Nombra el ayuntamiento a los señores Alguacil mayor D. Mariano Otero y Dobalina y el Lic. D. Martín Coronel para que dispongan y preparen todo lo necesario para la gran solemnidad de la proclamación de Fernando VII.

Las noticias anteriormente recibidas y las nuevas de la prisión de Fernando VII y de toda la familia real de España por Napoleón Bonaparte, así como la invasión de la península por los ejércitos franceses, causan en Guanajuato la más honda sensación; y con tal motivo, el ayuntamiento, autoridades, corporaciones, y principales vecinos se dirigen al Virrey manifestándole que puede disponer libremente de las personas y bienes de los guanajuatenses; por cuya oferta da Iturrigaray las más expresivas gracias en comunicación del inmediato día 28 del mismo mes.


8 de Septiembre de 1801.-
Espléndida fiesta de la jura y proclamación del Rey Fernando VII en la Capital de Guanajuato, cuyos curiosos pormenores se describen en los términos siguientes, en un documento que se conserva en el archivo municipal:

El escribano D. José Ignacio Rocha certifica que la tarde del 8 del corriente fueron congregados en estas Casas Consistoriales los señores Individuos que componen el M. Ilustre ayuntamiento de esta capital, los diputados sustitutos y Electores del noble y distinguido cuerpo de minería de ella, y otros sujetos de carácter y principales vecinos, y luego que dieron las tres horas de ella, juntos todos bajo las mazas, y los cuatro Reyes de armas; con una comitiva de más de doscientos jóvenes nobles de este lugar, formados a la retaguardia y marchando en columna, vestidos de uniformes de centro blanco, chaqueta azul con vuelta y collarín encarnado, sobrero de ala corta y en él su descripción de "Viva Fernando VII" con su pluma nácar igual y media bota, al son de música militar que a su costo vistieron, fueron con todo el congreso a la casa del Sr. Lic. Don Fernando Pérez Marañón, Abogado de la Real Audiencia de esta Nueva España, vicerector de su ilustre y real colegio, censor regio de esta Provincia, académico de honor de las tres nobles artes de S. Carlos de estos reynos, regidor decano, Alferéz Real de dicho ilustre ayuntamiento; y de allí se condujo portada la comitiva a las citadas Casas Consistoriales, en las que puso al Sr. D. Juan Antonio de Riaño y Bárcenas, caballero profeso de la Orden de Calatrava, teniente coronel de los Reales Ejércitos, Intendente, corregidor y comandante de las Armas de esta provincia, en manos del Sr. Alférez Real el real pendón que estaba dispuesto en el balcón principal de ellas, y colocados los cuatro reyes de armas en el lugar que corresponde, éstos, por tres veces, convertidos al numerosísimo pueblo que estaba en expectación, gritaron en voz alta y clara: "Silencio, oid, atended, escuchad" lo que ejecutado, el Sr. Alférez real, al lado del retrato de nuestro Soberano que estaba colocado en un rico dosel, se produjo así: "Castilla, Castilla, Castilla, Nueva España, Nueva España, Nueva España, Guanajuato, Guanajuato, Guanajuato, por el Señor Don Fernando VII"a que respondió el pueblo con repetidos vivas manifestando mucho júbilo y regocijo, terminado este acto con arrojarles dinero acuñado, y las bandejas de plata en la que estaba, a la calle: bajados todos los concurrentes montó cada uno en su caballo que a la puerta tenía preparado, y dirigiéndose por la plaza mayor de dos en dos llegaron al tablado que dispuso la Nobilísima Ciudad, en el que se desmontaron solo los cuatro reyes de Armas, el referido Sr. Alférez real y yo;


y puestos en su barandilla, se hizo igual proclamación sin diferencia alguna que a anterior; y vueltos a montar siguió la comitiva por el callejón de los zapateros, calles del Cereso y demás de la estación de esta ciudad sin despegarse de la retaguardia los expresados jóvenes que marcharon con espada en mano; y llegando a la plazuela de San Diego en donde hubo otro tablado que dispusieron los dichos Sres. diputados de Minería, se verificó en él la última proclamación idéntica a las dos anteriores, sin más diferencias que haberse allí bajado los que en la actualidad lo son, D. Martín de la Riva y D. Francisco Iriarte, quienes con dicho señor Alférez real, arrojaron con las bandejas porción de dinero al público: llegando a las casas reales despacharon sus caballos con los lacayos, y todos volvieron a dejarlo a su casa, lo mismo que cuando lo trajeron, sin despegarse un punto los jóvenes de estas ceremonias, en cuyo balcón había también dosel con el retrato de nuestro soberano, en su obsequio tiró bastante dinero acuñado con el nuevo busto de N. C. Monarca reynante; y regresadas las masas a la sala capitular, dio fin el paseo antes de las oraciones de la noche, quedando expuestos al público hasta las diez horas de ella, con su orquesta de música y correspondiente iluminación de cera, los retratos de nuestro soberano en los balcones y tablados citados.

Y esta mañana a las 9 horas de ella, se juntó en las casas consistoriales el Ilustre Ayuntamiento, oficialidad, empleados en la Real Hacienda y un gran número de sujetos distinguidos y bajo de mazas fuimos a buscar al expresado Alférez real a su casa, como ayer tarde, y traído a ellas, tomó del balcón el real estandarte y nos dirigimos a la Iglesia Parroquial, en cuya puerta principal estaba ya en espera, bajo de cruz y ciriales, el Sr. Cura más antiguo y Juez Eclesiástico Dr. D. Antonio Labarrieta, con carpa de coro y diáconos acompañando su venerable clero, para recibir allí el citado real Pendón, el que condujo el Sr. Alférez real hasta el Presbiterio, y a su lado, teniendo dos borlas los Sres. Intendente y Alcalde ordinario de primer voto y allí estaba en un dosel al lado del Evangelio el busto de N. Católico Monarca, y junto a él una silla con almohada que ocupó el referido Sr. Alférez real, y delante el pedestal donde descansó el real pendón, y a la espalda de la silla en pie los cuatro reyes de armas, y se dio principio a la función de Iglesia a la que se hallaron asistentes los prelados de las comunidades, y de todo el Clero, Curas y personas distinguidas que de la comarca de esta Capital vinieran a ella; y luego que se cantó el Evangelio, se levantó de su silla el citado Alférez real, se le dio a besar el diácono, y de allí se fue al altar mayor, y sobre la ara se puso el libro y encima las manos, y en presencia del Divinísimo y Augustísimo Señor Sacramentado que se estaba presente, revestido otra vez con capa de coro el citado Sr. Dr. Cura Labarrieta, que dijo la misa, le tomó el juramento en los términos siguientes: ?Jura V.S. en representación de esta Nobilísima Ciudad de que es cabeza, y por estos Santos Evangelios, compendio de la ley Santa que profesamos, y testimonio de la misma Divinidad, guardar fidelidad al Sr. D. Fernando VII Soberano justamente proclamado por los dos Hemisferios? respondió -"sí lo juro"- si con ello cumpliere esta nobilísima ciudad, sea bendita y si no, caiga sobe ella todos los anatemas; -así sea-, también respondió y concluido a mi presencia este sagrado rito, se repartieron los cuatro reyes de armas en la barandilla del Pesbítero, y solo el Señor Alférez real, en coz alta dijo por tes veces: "Castilla, Nueva España, Guanajuato, por el Sr. Don Fernando VII" concluyendo con presentar el pendón y retirado a su asiento siguió la función hasta acabarse con el Te Deum, y vueltos todos a las casas reales, con Prelados religiosos, Curas, y gran número de individuos, con la misma ceremonia de ser dejado el real pendón hasta la puerta de la Iglesia como cuando se recibió. En el salón de dichas casas a presencia de todo el Congreso se celebró el correspondiente besamanos y de allí fuimos todos a regresar a su casa a dicho Sr. Alférez real, con lo que se dio fina a estas solemnes funciones, hechas con el mayor decoro y lucimiento, cuanto me parece cabe en el lugar, habiendo precedido en las noches del 7 y 8 iluminación general en toda esta ciudad y sus barrios, lo que creo se ejecutará también en el día de hoy, pues así está recomendado en el bando que hizo promulgar el Sr. Magistrado de esta provincia y para que conste etc. etc. 9 de Setiembre de 1808.


18 de Septiembre de 1808.-
Este día se solemniza en Valenciana la jura de Fernando VII, con tal esplendor que casi compitió con la fiesta celebrada en el centro de la Capital. Álvarez asegura que en el paseo que recorrió las calles del mineral, marcharon 45 jovenes decentes magníficamente vestidos de artilleros, 120 mujeres con tahiles y con no menos lujo en sus trajes, 155 señores del comercio, 125 mineros de Villalpando, 90 personas de la oficialidad de la plana mayor y 378 de pueblo de ambos sexos todos vestidos con notables trajes.

19 de octubre de 1808.-
Se solicita un nuevo donativo para los gastos de la guerra contra los franceses; y el Intendente Riaño lo pide de los guanajuatenses por medio de la siguiente proclama: "Con satisfacción indecible he sido testigo de la leal designación con que sufristeis los tristes efectos del gobierno de u privado injusto y depredador: el consuelo que recibisteis con el suceso de Aranjuez de 19 de marzo de este año, el intenso gozo que se difundió por nuestros corazones en la exaltación al imperio de las Españas de nuestro muy amado Fernando VII y sus sabias providencias: la fogosa indignación y la profunda tristeza que produjeron en vuestras almas los sucesos inauditos de Bayona: la fundada esperanza que renació en vuestros leales pechos con las noticias lisonjeras traídas por la barca de aquel nombre; y la seguridad que manifestáis con las que ha conducido ultimamente la nombrada "felicidad"de que muy en breve quedará nuestra península libre de enemigos, y restaurado en su trono nuestro idolatrado soberano, rodeado de sus amantísimos y fidelísimos pueblos, cuyas gloriosas hazañas y heroicos esfuerzos servirán de ejemplo en la historia, y de insigne timbre de nuestra ínclita nación. He visto las expresiones más vivas de lealtad en todas vuestras acciones de vuestras cabezas y pechos con el augusto nombre de Fernando, vuestras liberalidades con el pueblo, vuestra solemne jura, y hasta vuestras diversiones y honestos recreos, han sido continuados testimonios de los nobilísimos sentimientos que os caracterizan.

Por sin duda de que os hubiéseis hallado en España, haráis sido los primeros en abandonar vuestros hogares, padres, esposas e hijos, para correr con las armas en las manos al rescate de Fernando, y cimentar la gloriosa independencia de la nación. Pues ya que todo esto es así ?quién duda que inflamados como estáis del más ardiente amor a el Rey y de la patria os apresuraréis con donativos para que nuestros hermanos perfeccionen los altos y justísimos fines que han propuesto, y por que batallan contra la perfidia y ambiciones más escandalosas?

Bien experimentado tenéis mi desinterés, y que el sueldo ha sido siempre mi único patrimonio: no ignoráis las atenciones precisas de mi familia, pero también sabéis que soy español honrado y esperáis mi ejemplo. Pues bien dos mil pesos presento a vuestros ojos, y que vayan sin tardanza en el primer buque de guerra, como muestra de los impulsos de mi corazón. Ea, nobles y fieles guanajuateños, ya tenéis lo que pedís el ejemplo de un hombre a quien habéis dado la más constantes pruebas de distinción y aprecio, y de quien sabéis que os ama agradecido. Guanajuato, 19 de Octubre de 1808.- Juan Antonio de Riaño.


2 de abril de 1809.-
Se jura obediencia en Guanajuato a la junta central suprema gubernativa de España a la cual se reconoce como legítima autoridad durante la prisión de Ferando VII.

8 de Abril de 1809.-
Se decretan por el Ayuntamiento rogaciones públicas por la libertad de Fernando VII y se comunica de ruego y encargo esta determinación de los curas; prelados de los conventos y oratorio y encargados de las Iglesias, y en efecto se celebran preces en casi todas ellas. (1)

Todo esto sucedía en Guanajuato, pero en España quien reinaba en esos momento era José I, el hermano mayor de Napoleón Bonaparte. Hay una cosa que me llama poderosamente la atención en la reseña del Te Deum de proclamación de Fernando VII, en donde dice que los "Curas y personas distinguidas que de la comarca de esta Capital vinieron a ella". La comarca de Guanajuato incluía, entre otras, al pueblo de Dolores en donde hacía ya 8 años estaba asentado el cura don Miguel Hidalgo y Costilla...

Fuente:

Marmolejo, Lucio. Efemérides Guanajuatenses. Imprenta del Colegio de Artes y Oficios. Guanajuato, 1883.


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