lunes, 14 de junio de 2010

San Nicolás de los Agustinos, municipio de Salvatierra, Guanajuato. Cabeza número 22

Aunque en la “ruta oficial” no aparece este nombre, es parte lógica del camino a seguir, especialmente si consideramos que allí se ubicaba una riquísima hacienda que proveía de insumos suficientes a toda esa región sur del Bajío. Esto era sabido por todos y seguramente en el paso del contingente se dieron los ya comunes asaltos y pillajes, dicen por allí que “el hambre es canija”. En San Nicolás no hay cabeza alguna, pero si encontramos este graffiti, por mera casualidad.


El cronista de Salvatierra, Alejo López comenta en el sitio oficial del municipio de Salvatierra que: “Los insurgentes de Hidalgo procedentes de Jaral, después de haber descansado en la hacienda de San Nicolás de los Agustinos, ocuparon la ciudad de Salvatierra por la tarde del viernes 12 de octubre de 1810. Algunos españoles huyeron no sin antes esconder sus valores y pertenencias en el convento de Capuchinas. Al día siguiente salieron las huestes de los libertadores rumbo a Valladolid”. (1)


Desde que el ejército Insurgente pasó por segunda vez por Salamanca hubo una constante en esos días: el cerro del Culiacán. Desde allí se domina todo el Bajío y desde prácticamente todo el Bajío se puede ver el Culiacán, su silueta es inconfundible, es un cono perfecto que podemos ver casi de la misma forma desde cualquier punto que se le vea y es el Culiacán el que enlaza a San Nicolás de los Agustinos con un pasaje de la historia, si no precisamente de lo que nos ocupa, la Ruta de Hidalgo, si en una de sus consecuencias: Albino García.


Gracias a él, el movimiento Insurgente continuó con fiereza en el Bajío, luego de la ejecución de don Miguel en Chihuahua. De Albino García se ha dicho que no era precisamente un héroe revolucionario, sino que aprovechaba el momento para el saqueo y su beneficio propio. Vemos que con él, al igual que con Hidalgo, hubo quién estuvo a su favor y quién en su contra, así pues, la leyenda se tejió y se le conoce ahora como “La Cueva de Albino García”.


Se dice que en 1812, hubo un atraco a una carreta cargada de plata que iba de Guanajuato a la ciudad de México y que Albino García junto a cuatro de sus principales habían escondido el botín en una de las cuevas del cerro del Culiacán. Al poco tiempo García es aprehendido por García Conde en Valle de Santiago, cosa que Iturbide, el que luego fuera Emperador de México, aprovechó, en algo que ahora denominamos “proceso mediático” ya que su fusilamiento se hizo en Celaya en plena plaza central con una buena cantidad de testigos y su cabeza pendió, durante años en una esquina de esa ciudad, mientras que su brazo, el que si funcionaba, recordemos que era manco, se envió a Salamanca, es decir se descuartizó. Al parecer, ese que la leyenda intuyó era un gran tesoro, quedó escondido en alguno de los barrancos del Culiacán ya que García nunca comentó de su paradero.


Al paso del tiempo aparece un extraño personaje, moribundo, que luego de mantenerse estoicamente escondido en el propio cerro, solicita ayuda, al parecer era el único sobreviviente de los más allegados a García. “Abundan por lo general sentimientos generosos en el corazón de la gente campesina, y no faltó quien, doliéndose del miserable estado del tullido, se presentara gustoso a socorrerle, brindándole con su persona y con una bestia para conducirle a la Hacienda de San Nicolás de los Agustinos, que por aquel entonces era la principal ranchería de los alrededores, en donde encontrar pudiera el enfermo un lenitivo (2) a sus atroces padecimientos, y un punto de reposo su contristado espíritu, depositando en el pecho de un sacerdote modelo las cuitas y secretos que, como enorme fardo, le agobiaban, y de los cuales quería a toda costa verse libre; pues el infeliz sentía que por instantes se le escapaba la vida del cuerpo entumecido”. (3)


“Vivían en San Nicolás, por el tiempo en que se efectuaban los episodios que de referir acabo, el padre Corrales, religioso agustino que a manos llenas derramaba los tesoros de sabiduría y bondad en el corazón de sus queridos feligreses, pues era un hombre sabio, prudente y caritativo y don Ignacio Guerrero, viejecito de inmejorable carácter, pulcro en el vestir y de una conversación amenísima, salpicada de anécdotas y chistes, de importantes y provechosos consejos… Al caer de una tarde lluviosa y fría, el tullido y su acompañante llegaron a San Nicolás, encaminándose desde luego a la vivienda del padre Corrales en busca de hospedaje y de socorro, bien seguros de encontrar ambas cosas, porque la ciudad evangélica del eclesiástico era demasiado conocida en muchas leguas a la redonda”. (4)


Es así como este misterioso personaje relata lo acontecido, de cómo él siendo un asaltante, casi profesional, supo granjearse la amistad y confianza de Albino García y que el día en que se apoderaron de la conducta de plata, le fue propuesto el plan: asesinar a los arrieros y a los otros tres soldados de García para que no denunciaran el atraco, cosa que sucedió esa noche en la cueva, la cual fue sellada con los cadáveres adentro junto al cuantioso tesoro.


El tullido, no resistió más sus males y murió, dejándoles el amarillento papel que de una especie de escapulario colgaba, en donde se describía el exacto punto donde se encontraba la cueva. Las ambiciones del cura e Ignacio no eran tales, unos allegados a ellos se enteran del escondite y decide ir en su búsqueda.


“Allá en el interior de la caverna lúgubre habían visto diseminado a flor de tierra, como en un cementerio pletórico de restos mortales, varios esqueletos en posiciones diversas; en el fondo, y dibujadas sobre la pared, una enorme calavera y dos canillas en cruz, y en mitad del pavimento, cual si dominar quisiera aquel cuadro de ultratumba, un puñal con mango negro de madera, sujetando un guiñapo de lienzo en el cual podían leerse con todo claridad estas palabras escritas con caracteres sangrientos:


Si queréis encontrar los fabulosos tesoros de Albino García, juntad primero las partes de su cuerpo, cuyas figuras veis pintadas en el fondo de esta cueva; dadles cristiana sepultura con la otra parte de sus huesos y venid después a recoger lo que mano desconocida os mostrará. La cueva de los cadáveres sólo es un escalón para llegar a la meta”. (5)


Fuentes:


1.- http://salvatierra.guanajuato.gob.mx/historia.html


2.- Diccionario de la lengua española © 2005 Espasa-Calpe: lenitivo, va

adj. Que tiene virtud de ablandar y suavizar:


3.- Vargas, Fulgencio. La insurrección de 1810 en el Estado de Guanajuato. Ediciones La Rana. Guanajuato, 2001.


4.- Ibid.


5.- Ibid.



2 comentarios:

  1. ANTES LLAMADO TIRISTARAN, SE SABE QUE SIGNIFICA ESE NOMBRE PROVENIENTE DEL PUREPECHA...

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  2. Hay al menos tres Tiristaran, un cerca de Morelia, el otro por Huaniqueo y este en San Nicolás. La palabra completa no sé como se interpreta pero TIRI quiere decir "dorado". Por ejemplo el pueblo de Tiripetío quiere decir "Lugar de Oro", allí se incluye TIRI en su idea de oro, dorado...

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