martes, 4 de mayo de 2010

Desfogando la información sobre las Cabezas de Águila

El día de hoy, quiero aprovechar el espacio y tu tiempo, si es que me lees y no solo lo ves, para contarte de la cantidad de información que tengo y que me está haciendo perder en el objetivo del blog. De lo que aquí se trata es de sentar las bases, es decir, de partir de una buena cantidad de información que nos hagan reflexionar, por un lado en la cosa simbólica, por el otro, en que no hemos dado la debida atención a la historia del país y, todo esto junto, a mi en lo personal, me llena de tantas, tantas ideas, que mejor, por salud, la desfogo.


Tenía planeado escribir sobre los relojes, esto en función al tempo y a su simbolismo. La razón que tengo es porque cuando se instalaron los relojes que marcan en cuenta regresiva el 16-09-2010 me llamó mucho la atención se hiciera, pues recordé que cuando el Centenario, las distintas comunidades obsequiaron al pueblo de México relojes, así fue el caso del reloj otomano, del reloj chino, y otro más que instalaron en distintos puntos de la ciudad de México.


Ahora tenemos relojes del Bicentenario que creo no funcionan, al menos los que me ha tocado ver, solo el del zócalo es el que marca correctamente la hora, el de La Paz, BCS; Puebla, Pue, Dolores Hidalgo, Gto., Huichapan, Hgo., ninguno de ellos funciona, como quiera allí están. En las fotos ves primero el que está entre la Catedral y Palacio Nacional en México, luego el de Dolores Hidalgo afuera de la Parroquia, sigue este el de Huichapan, Hidalgo.


Y encuentro en un libro de fotografías el que fue bombardeado prácticamente, creo que durante la llamada “decena trágica” por el rumbo de Bucareli en la Ciudadela. Ese es un episodio de la Revolución de 1910.


Y otro de mis agobios es el color, su simbología. Para ello nos ubicamos en Pátzcuaro, Michoacán en donde encontramos esta estatua de un gallardo tarasco, Tangoxán II, el último en gobernar a ese pueblo, antes de la brutal acometida en contra de ellos por parte del peor de los españoles que pudo haber llegado a México: Nuño de Guzmán.


Y me llama sobremanera lo que leí en una de las placas del monumento, en donde, verdad o mentira, se asocian los colores verde, blanco y rojo, con los tres territorios en que fue dividido el imperio tarasco.


Y por consecuencia me hace ir al archivo de fotos y encontrar en él las escenas que recrean los colores, este verde intenso de sandías en una de las bodegas de fruta que hay en Salamanca, Guanajuato.


Y el cielo sudcaliforniano, que normalmente es de una limpieza profunda, cuando se llega a nublar inunda con su blancura, como aquí, en La Paz, Baja California Sur.


Y ni que decir del rojo, color asociado al picor, y que se plasma en estos chiles piquines en el mercado de Río Verde, San Luís Potosí.


Y brincamos a Puebla, a Atlixco, específicamente, en donde encontré un mural estupendo que habla sobre su fundación, y recrea en buena medida al águila y la vemos en esa postura tan nuestra, tan mexicana.


Y en el mismo mural encontramos otra águila más, posándose no sobre un nopal, sino sobre un árbol, algo simbólico en los pueblos de esa zona del país.


Otra águila más en el mismo mural, aquí unos indios la están reproduciendo en uno de sus códices, el águila la encontramos en todos lados de México, en todo mural, en toda plaza. Es indiscutiblemente uno de los símbolos que nos identifican.


Seguimos en Atlixco y encontramos otro mural en donde se expone un águila más, esta vez ya en la etapa de la Reforma.


Y en la vida actual de Atlixco también está presente el águila, como en esta tienda de envíos a Nueva York.


¿Qué podemos decir del águila que se encuentra en las extraordinarias Misiones Franciscanas de la Sierra Gorda de Querétaro? Aquí una representación por demás sincrética, el águila de dos cabezas tan austriaca, recordando a los reyes de esa casa, pero ve con atención, aun con las dos cabezas está devorando a una serpiente, como marca la leyenda de Aztlán.


Esta águila diminuta en el lienzo original del enorme pintor José María Velasco, que encontramos en una de las tantas escenas que él pinto del valle de México. Él originario de Temascalcingo, lugar por el cual, por cierto, pasa la Ruta de Hidalgo.


La presencia de Hidalgo está por todos lados también, como en esta que fue una invitación que salió de la imprenta en León, Guanajuato, donde trabajaba José Guadalupe Posadas y que con su singular estilo plasmó al cura de Dolores.


Los mapas, creo que de haber tenido la oportunidad de elegir profesión, quizá, quizá me hubiera dedicado a la cartografía, los mapas me hacen viajar, me transportan a otros tiempos y a otros lugares, como aquí, en donde se ve el Camino Real de Tierra Adentro.


O en este otro, que vemos cuan grande era el territorio de la Nueva España, cuan enorme eran esos 7 millones de kilómetros cuadrados que la conformaban… grande era la Nueva España, grande sigue siendo México.


Mejor dejemos ya de acumular material y entremos en materia, vámonos preparando para recorrer la Ruta de Hidalgo, la Ruta de la Libertad, sigamos a las Cabezas de Águila.



No hay comentarios:

Publicar un comentario